Dos naturalezas opuestas comparten un mismo espacio, preservando su singularidad sin fusionarse. Entre la tensión y la armonía, la unión no busca simetría, sino un equilibrio inesperado.

Cada forma se sostiene en su diferencia, no hay necesidad de corregir ni de encajar, solo de permanecer. Como en el wabi-sabi, la belleza no radica en la perfección, sino en la huella del tiempo, en la fusión sutil de lo que, por sí solo, parecía no estar destinado a encontrarse.

El buen amor habla de esas uniones que, de forma inesperada y genuina, funcionan en perfecta armonía. Esta obra ensalza el buen amor, del que sabe querer, del que quiere bien.

Cada pieza de la serie El buen amor es el resultado de una síntesis entre lo digital y lo artesanal, entre lo inmaterial y lo tangible. La imagen, concebida en un entorno virtual mediante IA, adquiere cuerpo a través del papel hecho a mano, cuyas fibras de algodón y elaboración pausada dotan a cada print de una identidad irrepetible. La serigrafía manual, con sus capas superpuestas de color y su trazo orgánico, refuerza esta tensión entre la precisión de lo artificial y la imperfección de lo humano. Así, cada obra es única no solo en su resultado, sino en su propia construcción, donde los límites entre lo creado y lo encontrado, lo programado y lo espontáneo, se desdibujan.  En ese tránsito, lo que era solo un artificio encuentra una vida propia, una existencia que quizá nunca estuvo destinada a suceder.