Me acuerdo de ti es una carta sin palabras, una correspondencia visual que trasciende la distancia y convierte la imagen en un lazo invisible. Durante un periodo en el que mi hermana y yo nos encontrábamos en distintos países, ella me enviaba imágenes de las flores que se compraba cada semana a modo de un “pienso en ti” silencioso. Un recordatorio de que, pese a la distancia, seguíamos compartiendo pequeños instantes de belleza. Aquellas fotos se convirtieron en un lenguaje propio, una forma de presencia en la ausencia, una correspondencia que no necesitaba más palabras que el simple hecho de mirar.

La repetición de aquel gesto íntimo –el envío semanal de flores, como quien escribe una carta postal– transforma lo cotidiano en ritual, en un testimonio silencioso de afecto. La contemplación de las flores no es solo estética, sino una conexión profunda con el instante.

En esta obra los colores atenuados de la cuatricromía pastel no buscan la fidelidad de la imagen original, sino la impresión sensorial de un recuerdo. Como el eco de una conversación querida, la estampa revive un gesto fugaz, convirtiéndolo en presencia. La serigrafía, con su meticuloso trabajo de superposición de capas, permite descomponer la imagen en fragmentos de luz y color, reconstruyéndola a través de la impresión manual.

Cada estampación es única, con ligeras variaciones que refuerzan la idea de lo efímero y lo irrepetible, como las propias flores que inspiraron la obra. En este proceso, lo mecánico y lo humano coexisten, creando una imagen que no solo representa, sino que transmite. La materialidad del papel, la textura de la tinta y la sutil imperfección de la impresión manual transforman una fotografía digital en una obra física, un objeto tangible que conserva en su esencia la fragilidad y la fuerza del instante que le dio origen.

Obra gráfica de edición limitada, numerada y firmada manualmente.